jueves, octubre 25, 2007

Belleza Comestible

Uno de mis mas gratos recuerdos de infancia vino a mi memoria hace poco, hacía el almuerzo para mi roommate y para mí, sólo me acompañaba a la mesa la tristeza de unos coles de brucelas mutilados torpemente por otro residente, la suavidad permeable de 2 berenjenas medianas, medio aguacate cremoso y profundo, el olor penetrante de ajos recién pelados, unas naranjas recién nacidas en el centro de mesa, cebollín, cebolla, ajo porro, cilantro, pimentón, papas aún con tierra y unos detestablemente bellos tomates, las otras cosas sobre la mesa, la tabla de madera y mi cuchillo con poco filo me transporto a esas medias mañanas en las que mamá hacía el almuerzo apresurada para que yo llegara temprano a las escuela, picaba los tomates en un ritual que nunca dejó de ser fascinante, y que por cierto nunca he podido imitar, cuando de guisos se trataba me mandaba a sacar las verduras de la nevera, mientras ella con sus miles manos hacía magia sobre el fogón, así fui desde mis primeros años teniendo una íntima relación con las hortalizas y la comida en general, el olor del arroz a punto de estar, el sonido quisquilloso de las papas en el aceite hirviente, el olor de los caldos de papa de los domingos antes de ir a la iglesia, las arepitas con queso y el chocolate caliente...ese sabor a hogar y las manos benditas de mi madre es lo único que vale la pena extrañar del pasado, y quizá sea la raíz de mi gusto por la cocina, preparar con los ingredientes mas sencillos la obra de arte que culmina no cuando termina de hacerse, sino cuando sus olores, sabores y texturas abandonan el plato y entran en contacto con el comensal, comer no es un simple mecanismo para subsistir, es el portal a sensasiones y recuerdos imposibles de evocar de otra manera, estudiando a Dalí encontré que gran parte de sus cuadros tienen referencias gastronómicas, chuletas en el hombro de su amada, panes y huevos fritos indivisiblemente unidos a los elementos de la vida creada por su pincel, de la vida misma, ahora que lo pienso, guardo un sabor y un olor para cada persona y época de mi vida que he dejado o que me ha dejado atrás, nací y me crié con la creencia y certeza de la hermosa complejidad y los secretos de la cocina, me enamoré del azafrán y las manos que me lo dieron, me desenamoré con el sabor de un sushi solitario, y he vuelto a ser una niña impertinente de 9 años en la cocina de mamá gracias a una tarde lluviosa, en la que picaba tomates, siempre apreciaré aquellas manos que han aderezado mi vida con tomillo fresco, con crema de limón, con cebolla y leche tibia, con albahaca y pimienta...gracias tambien a el muchacho y su picante trujillano que le ha dado vida a las partes dormidas de mi alma, que nadie osó despertar alguna vez, gracias por cuecer en mí los vínculos insondables del amor...
"La Belleza será comestible o no será"
Salvador Dalí


Gala con dos chuletas de cordero en equilibrio sobre
su hombro (1933)
"Me gustan las chuletas y me gusta mi mujer, no veo
ninguna razón para no pintarlas juntas"